sábado, 28 de febrero de 2015

Reflexión

Vivimos en un mundo lleno de contradicciones y desacuerdos. Pienso que es bueno que haya puntos de vista distintos y hasta divergentes, y que, aun en la diversidad, cada persona ponga empeño en entender al otro y en lograr la mayor armonía posible. Al escucharnos los unos a los otros, abrimos la posibilidad al mutuo conocimiento y a la comprensión. Por este medio estudiaremos esta hermosa historia la cual nos lleva a navegar en un mundo de conocimientos, de fantasías, de ilusiones entre otros. Gracias por tu visita, siempre serán bienvenidos Jesús vivió, murió y resucitó para dar a luz a la Iglesia. A través del Espíritu la unió en matrimonio consigo mismo, perpetúa su presencia a través de sus sacramentos, genera almas santas, resucita a aquellos muertos por el pecado y alimenta continuamente a sus hijos con la Verdad. Dios nos creó a su imagen y esa imagen no está sólo en cada alma individual, sino también en la Iglesia. Así como hay tres personas en un solo Dios, tres facultades en cada alma, tres elementos para cada familia, así ocurre en la Iglesia. La Iglesia es dispensadora de la verdad del Padre, es Esposa de Jesús y es guiada por su Espíritu. Como el Espíritu procede del amor del Padre y el Hijo en la Trinidad, como los niños brotan del amor del esposo y la esposa, así la Iglesia, este don del Padre, casada con su Hijo, constantemente da a luz el fruto de la santidad a través del poder del Espíritu en todos sus hijos. Aquel siglo de gran oscuridad para la Iglesia (I) Alberto Royo Mejía.

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