sábado, 28 de febrero de 2015
Luz en la Oscuridad
Trae luz, por tanto en tu espíritu no puede haber cosas raras u oscuras, ni doble ánimo. Muchos en la iglesia hoy día, no quieren servirle al Dios de la iglesia, y ésta fue elegida por el Señor para que le sirviera a Él. Muchos no colocan su fe en Dios porque en su vida hay oscuridad, y está escuchando voces que no tiene que escuchar y cuando Dios interviene Él trae luz y es ahí donde el Señor te va a mostrar claramente su camino; pero es necesario que limpies tu espíritu, que le demuestres tu pasión por él, porque nada ni nadie, va a contaminar tu espíritu. Hoy Dios separará de tu vida las sombras de la luz y aquello que había oscurecido tu espíritu hoy se va fuera en el Nombre de Jesús.
Otra cosa que contamina nuestro espíritu es el desorden, en Génesis 1: 2-8; Dios no sólo separó la luz de las tinieblas, sino que puso orden en todo. Si tú aceptas el desorden en tu casa, en tu empresa, en tus finanzas, eso está contaminando tu espíritu, porque te resta ímpetu y oprime tu espíritu. El orden viene ejercido de arriba hacia abajo, por eso Dios establece mentores, para llamarte al orden, Dios establece pastores, evangelistas, maestros, apóstoles, profetas; para establecer orden; por esa razón, no le debe incomodar ser llamado al orden, por eso Dios establece autoridades y leyes, en todo. Cuando usted acepta el orden y ser llamado al orden, entonces usted está permitiendo que Dios intervenga en su espíritu; el desorden queda erradicado de todas las áreas de su vida y ministerio. Si realmente usted valora el ser santificado por el Señor, tiene que aprender a valorar el ser llamado al orden.
Luz en la oscuridad
EL “SAECULUM OBSCURUM", TERRIBLE COMO POCOS EN LA HISTORIA DE LA IGLESIA
Al llegar al año 900, el gran historiador de la Iglesia, el Venerable Cardenal oratoriano Cesare Baronio, en sus Annales, no sabe cómo designar al siglo X, siglo de barbarie, calamidades, crímenes y miserias en la urbe Romana que antaño había civilizado al mundo, y lo califica de saeculum ferreum, por su aspereza y también obscurum, por lo poco que brilló la Iglesia, y plumbeum por la deformidad de sus males.
Cuando los carolingios, debilitados en su poder y caídos también ellos en la anarquía -muy lejos quedaban los tiempos esplendorosos de Carlomán, Pipino el Breve o Carlomagno- dejaron de intervenir eficazmente en los Estados del Papa, surgieron familias poderosas que por el crimen o la intriga se apoderaron del pontificado, señores feudales y aún obispos que se rebelaron contra el Papa y toda la serie de desórdenes que traía consigo la anarquía feudal mal reprimida. Cuando esta intrusión abusiva de lo político en lo eclesiástico se extendió a los obispados y abadías, la Iglesia, en cierto modo esclavizada, padeció las plagas más infamantes de su historia. Como ha señalado un famoso historiador español, sólo en la libertad la Iglesia debía encontrar su regeneración.
Por ser tarea fácil y tentadora la de describir cuadros sombríos, se explica que los historiadores se hayan deleitado en entretener al lector con los escándalos de aquella edad de hierro; pero sería a todas luces injustos olvidar a los santos que en esta época resplandecieron por sus virtudes heroicas en las celdas monásticas, en las sedes episcopales e incluso en los tronos reales; y el fervor del pueblo de Dios manifestado en su devoción a los santos, sus peregrinaciones a santos lugares y sus obras de misericordia. Pero esto es más difícil que interese a algunos historiadores.
Comienza este periodo durísimo de la historia eclesiástica con un Papa que ya conocemos en esta sede, Formoso, sobre el cual se habó al tratar aquel estrambótico y terrible episodio del concilio cadavérico. Originario de la Urbe, donde había nacido hacia el 816, el obispo de la diócesis suburbicaria de Porto, Formoso, llegó al Sumo Pontificado precedido de una gran fama como diplomático. A1 morir Esteban V, fue elegido Papa el 6 de octubre del 891, y se vio en la tesitura de seguir la política de su predecesor contraria a Guido y Lamberto de Espoleto, pretendientes a la corona imperial de Occidente, vacante desde 887 por la deposición del último carolingio directo.
Reflexión
Vivimos en un mundo lleno de contradicciones y desacuerdos. Pienso que es bueno que haya puntos de vista distintos y hasta divergentes, y que, aun en la diversidad, cada persona ponga empeño en entender al otro y en lograr la mayor armonía posible. Al escucharnos los unos a los otros, abrimos la posibilidad al mutuo conocimiento y a la comprensión.
Por este medio estudiaremos esta hermosa historia la cual nos lleva a navegar en un mundo de conocimientos, de fantasías, de ilusiones entre otros.
Gracias por tu visita, siempre serán bienvenidos
Jesús vivió, murió y resucitó para dar a luz a la Iglesia. A través del Espíritu la unió en matrimonio consigo mismo, perpetúa su presencia a través de sus sacramentos, genera almas santas, resucita a aquellos muertos por el pecado y alimenta continuamente a sus hijos con la Verdad.
Dios nos creó a su imagen y esa imagen no está sólo en cada alma individual, sino también en la Iglesia. Así como hay tres personas en un solo Dios, tres facultades en cada alma, tres elementos para cada familia, así ocurre en la Iglesia. La Iglesia es dispensadora de la verdad del Padre, es Esposa de Jesús y es guiada por su Espíritu.
Como el Espíritu procede del amor del Padre y el Hijo en la Trinidad, como los niños brotan del amor del esposo y la esposa, así la Iglesia, este don del Padre, casada con su Hijo, constantemente da a luz el fruto de la santidad a través del poder del Espíritu en todos sus hijos.
Aquel siglo de gran oscuridad para la Iglesia (I)
Alberto Royo Mejía.
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